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    Descubre la ‘Frying Pan’, el hotel en medio del mar abierto

    ‘Frying Pan’ es un singular hotel al interior del mar abierto que está rodeado de aguas infestadas por tiburones y otras criaturas marinas.

    ‘Frying Pan Tower’ o ‘Torre Sartén’ es un hotel en medio del mar como ningún otro. Este se encuentra en las cercanías a Carolina del Norte, Estados Unidos y fue construído con propósitos muy diferentes al entretenimiento.

    En la zona donde hoy se encuentra este lugar de reposo el piso marino se encuentra a menos profundidad que en el resto del mar que lo circunada. Esto causó diversos hundimientos y accidentes marinos durante mucho tiempo e hizo que la región fuera conocida como el ‘cementerio del Atlántico’. Por esta razón, el gobierno estadounidense construyó la estructura de esta ‘Torre Sartén’ con el objetivo de construir un faro. La estructura además de evitar encallamientos, logró estabilizar la fuerza del mar al funcionar como rompeolas.

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    Así se veía en un inicio este faro. / Foto: The Frying Pan Tower

    El faro se edificó en 1979 y en sus habitaciones residían los trabajadores del mismo. En 1979 todas sus funciones se automatizaron y los obreros regresaron a tierra. No obstante, con el desarrollo de radares y otros equipos de rastreo y comunicación el faro terminó siendo obsoleto. Esto causó que fuera apagado definitivamente en el 2004.

    En el 2010 el empresario Richard Neal compró la estructura por 265 mil dólares estadounidenses, lo cual es poco más de la mitad de lo que se estaba pidiendo originalmente. Desde que la Frying Pan Tower cayó en sus manos, el hombre comenzó a idear un plan para rescatar la estructura y atraer a todo tipo de turistas, investigadores, trabajadores, entre otros.

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    Así se ve la torre principal en la noche. / Foto: Instagram (fryingpantowerofficial)

    ¿Cuánto cuesta la estadía y qué actividades hay para realizar en este lejano hotel?

    Hoy en día, el costo por pasar dos noches dentro de la Frying Pan Tower ronda los 300 dólares estadounidenses. Estos incluyen los alimentos a consumir durante la estadía. No obstante, no hay servicio de limpieza al cuarto y el costo de transporte de tierra firme a la isla metálica ronda entre los 600 y los 900 dólares.

    Entre las actividades que se pueden realizar está el golf a mar abierto con pelotas biodegradables, buceo en un arrecife protegido y sin tiburones, además de una mesa de billar. También hay proyecciones de películas y se puede disfrutar de fuegos artificiales nocturnos en fechas festivas. Aunque parezca que son pocas las actividades, la vista marina que tiene el lugar ha enamorado a muchos y muchas de sus visitantes. ¡Es un hospedaje mucho más real y alcanzable que la Horizontal V House‘, la casa en medio del mar e igual de impresionante que la ciudad hundida de Shicheng!

    Actualmente este hotel no tiene ningún trabajador que reciba un sueldo, esta es una de las razones por las que no haya ayudantes de limpieza. Todos los trabajos de reparación y mantenimiento que se realizan están hechos por voluntarios especializados que reciben comidas y alojamiento a cambio de su apoyo.

    Cualquier persona puede voluntariar siempre y cuando pague su transporte a la torre. Además, es necesario que la gente que quiera participar en el proyecto tenga conocimientos sobre soldar o realizar trabajos eléctricos, de pintura, manejo de materiales o limpieza. Gente que sea capitán o capitana certificado, organizadores de voluntarios y gerentes de proyecto experimentados también pueden aportar con sus saberes. Asimismo, todos y todas tendrán que firmar un documento para deslindar responsabilidades en caso de cualquier accidente ocurrido durante el voluntariado.

    ¿Qué te parece este hotel en medio del mar? ¿Pagarías por ir o darías tu trabajo por alojarte ahí unos días?

    Con información de The Frying Pan Tower

    Yet Akatzin Almazán
    Yet Akatzin Almazán
    Alguna vez lo tuve todo y hoy ya no hay nada de eso. Pero nunca hay vacío. Alguna vez tuve trece gatos y ahora soy solo una gata bajo la lluvia que no sabe más que escribir, jugar y llorar. Sigo siendo malabarista por amor al arte y escritora por oficio, por empecinada.

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