NOTHING COMPARES es un documental que retrata la famosa y controversial juventud de Sinnéad O’Connor, mostrando todo el peso que la chica tuvo que enfrentar con pura convicción.
Sinnéad O’Connor es una cantante nacida en Dublín, Irlanda, que sacrificó su buena fama y la proyección de su carrera artística por hablar de temas tabú a nivel mundial. Alzar la voz la llevó a enfrentar diversos episodios de linchamiento y rechazo social, pero también inspiró a diversas generaciones de creadoras a hablar de diversas problemáticas sociales. Una de estas creadoras es la cineasta Kathryn Ferguson, quien buscó redimir el trabajo y la voz de O’Connor a través de NOTHING COMPARES, un duro y punzante documental sobre la carrera de Sinnéad.
NOTHING COMPARES es el primer largometraje documental de Ferguson que le tomó 4 años en completar a ella y a su equipo. Tiene una duración de 97 minutos y se estrenó en el 2022 en el Sundance Film Festival. En México, el documental llegó a través de Ambulante 2022 en sus diversas locaciones. Este muestra, en un inicio, la dificultosa niñez y adolescencia que vivió O’Connor al tener una madre extremista religiosa que la llevó a pasar por diversos conventos.
En una entrevista con Business Doc Europe, la directora proveniente de Belfast comentó que esta primera parte se hizo a partir de experimentaciones visuales que estuvieran en concordancia con la narrativa presentada. Esto es debido a que se tenía poco o nada de material visual sobre esta etapa de la vida de Sinnéad. Esto resultó en un collage unido por la narrativa de una voz en off que describe lo que era ser una joven rebelde entrando y saliendo de varias escuelas sumamente conservadoras.

Ni la fama puede matar al punk
Desde temprana edad, O’Connor abrazó la cultura punk y confluyó en los círculos underground de Dublín. Su agilidad mental combinadas con su belleza, su voz y sus habilidades como compositora hicieron que la mujer escalara rápidamente con su proyecto musical. Quedó embarazada a los 20 años, lo cual no la detuvo y a pesar de que Ensing Records, su disquera, la presionara para abortar, Sinnéad O’Connor lanzó su primer álbum como solista a los 20 años y con siete meses de embarazo.
Este es tan solo una de las muchas violencias que O’Connor tuvo que enfrentar en silencio y que Ferguson captura en su documental. La segunda parte y la principal del proyecto engloba el periodo entre 1987 y 1993. Este se encuentra lleno de imágenes icónicas de la segunda mitad de los 80 y la primera de los 90 principalmente en Irlanda, Inglaterra y Estados Unidos. Asimismo, en esta la voz, los deseos y las convicciones que seguía Sinnéad en su juventud están inmortalizadas y recopiladas a través de diversos videos de entrevistas.
Ferguson muestra retazos del gran recibimiento que la joven O’Connor tuvo a manos de la prensa y el público blanco americano tras el éxito de The Lion and the Cobra (1987). Este primer álbum y el la fama posterior que le ganó su sentimental cover de Nothing Compares to U, originalmente interpretada por Prince, hizo que grandes personalidades de la televisión estadounidense la acogieran en sus programas. A pesar de la fama, Sinnéad deseaba hablar de cosas tabú, como los abusos sexuales en la iglesia, las muertes en la guerra de Vietnam y el antisemitismo ferviente en Estados Unidos y Reino Unido, entre otras cosas.

Las luces no la cegaban y sus pasos eran firmes
En las entrevistas O’Connor tiene entre 20 y 23 años. La convicción que tiene en sus palabras a veces da miedo. El peso de la fama que sostiene es demasiado y ella menciona que sus compañeros y compañeras de escena tienen miedo de hablar porque no quieren perderlo todo. Ella quiere denunciar lo que observa en su cotidiano, lo que la rodea y lo que rodea a la gente que la escucha cantar.
Al ver que las palabras en sus entrevistas no eran suficientes, comienza actos de performance que se califican de incendiarios y se malinterpretan por los ojos conservadores que la ven. El más importante y aquel que ‘arruinó su carrera por completo’ fue cuando recitó un poema de Bob Marley y rompió una foto del Papa Juan Pablo II durante un programa de Saturday Night Live en 1992. La mujer terminó el performance con la consigna: “Fight the real enemy”, o “lucha contra el enemigo real”.
Si bien O’Connor aludía a los abusos sexuales y de poder que ejercía la iglesia católica, la gente creyó que intentaba atacar al Papa mismo. Desafortunadamente, esta no es el único malentendido que lleva a que el público blanco internacional malinterpretara sus actos de protesta y sus palabras. En este punto es donde Ferguson inteligentemente muestra la otra cara de los medios y el público blanco anglosajón. Una en donde, en vez de ser una hermosa estrella internacional, O’Connor se convierte en una asquerosa inmigrante calva, en una hereje y ridícula a la que nadie quiere ni fuera ni dentro de su país.
El documental es una bomba de emociones
Una de las cosas más impactantes de O’Connor además de su convicción y fuerza a tan pronta edad es ver cómo se ríe llena de frustración cuando diversos medios y presentadores preguntan sobre el bienestar de su carrera, dejando de lado por completo el mensaje de protesta que ella quería dar. Asimismo, la escena en donde la mitad del público la abuchea y la otra vitorea por ella en un concierto de Bob Dylan es un fenómeno sonoro difícil de describir. Uno de los músicos que estuvo presente durante el evento incluso menciona en el documental que le dio asco oír esa mezcla de emociones.
En cuanto a la combinación de imágenes ‘icónicas’ de los 80 y los 90 que se incluyen en NOTHING COMPARES, hay algunos cuadros que resultan peculiares de encontrar y que levantan algunos cuestionamientos. Entre algunos de estos materiales se encuentran escenas de Twin Peaks, una serie de ciencia ficción y que fue poco popular en la época dirigida por David Lynch que aparece en diversas ocasiones sin explicación alguna dentro del documental.
Respecto a esto, Ferguson comentó en la entrevista antes mencionada que Jo Stones, el productor de archivo, logró obtener abundantes e inesperadas fuentes de entrevistas, videos y programas de la época que conforman el “tapiz visual” que llena el 70% del documental. Asimismo, informó que estos ‘rushes’ de imágenes y video cambiaron durante toda la producción con el fin de poder hacer espacio para el nuevo material que llegaba. Esto podría explicar la aparición de programas o imágenes no tan icónicos de la época, pero que sí pertenecían a ella.

Una visión que redime y abraza a O’Connor
Finalmente y centrándonos en la narrativa mostrada por Ferguson, es interesante ver cómo la directora logra, a través de retazos de entrevistas, mostrar las diversas caras y causas de Sinnéad O’Connor durante los 80 y 90. La admiración y el estudio que la directora irlandesa ha tenido sobre la vida y carrera de O’Connor se hacen visibles en la forma en la que conduce a su audiencia a sentir indignación, asco e incluso miedo por el linchamiento social que vivió O’Connor durante casi una década de su vida luego de sus actos de protesta. El final, aunque tradicional para un documental biográfico, resulta reconfortante después de todas las emociones vividas y compartidas con la joven O’Connor, con Ferguson y su equipo. Algo que resulta fácil de ver hasta que terminan los créditos.
Luego del final, no pude más que preguntarme sobre todas las mujeres y hombres que la escucharon, la apoyaron, pero que no fueron retratadas por los medios de la época por ser inmigrantes, por no ser blancos, por ser discapacitados o discapacitadas o por pertenecer a alguna otra ‘minoría’ como la diversidad sexual. Esto me hizo pensar que, a pesar de todo, siempre hubo alguien que apoyaba y admiraba las acciones y palabras de Sinnéad. Uno de ellos fue el padre de Ferguson, quien le heredó a su hija el amor por las canciones y el mensaje de O’Connor. Gracias a estas personas, la protesta de esta cantante han tenido un eco generacional que tal vez nadie en esos años llegó a imaginar.