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    Descubre la resbaladilla más grande de Latinoamérica

    El Salvador cuenta con la resbaladilla más grande y colorida de toda Latinoamérica. ¡Y se encuentra en medio de la naturaleza!

    Dentro del Parque Nacional ‘El Boquerón’ se encuentra la resbaladilla más grande de Latinoamérica. Este título lo ganó en octubre del 2021, cuando abrió sus puertas por primera vez al público. La resbaladilla mide 120 metros de largo en total, con una pendiente de 50 metros de altura. Los y las visitantes pueden recorrer el tobogán en deslizadores de hule que asimilan a los empleados en parques acuáticos.

    El resbaladero, tobogán o resbaladilla se encuentra dentro de las instalaciones del Café Albania cerca del municipio de Apaneca, en el departamento de Ahuachapán. Este es un restaurante en medio de la naturaleza que ya era famoso en el país por su intrincado laberinto de arbustos. Sin embargo, la colorida resbaladilla que a muchos visitantes les ha parecido estar hecha de piezas de Lego ha llevado las miradas de miles de viajeros y viajeras al Salvador.

    Para poder disfrutar de esta atracción cada persona tiene que pagar 5 dólares que se depositan a una máquina expendedora de tickets. Este boleto no incluye ninguna otra atracción del lugar ni tampoco bebidas o alimentos. No obstante, la vista que diversos tiktokers e instagrammers han logrado capturar mientras bajan por la resbaladilla muestra que el precio puede valer la pena.

    Si te gustan los lugares y atracciones extremas ¡te recomendamos conocer nuestra sección de VIAJES! Seguramente tendremos algún sitio bizarro, perturbador o asombroso a lo largo de la Tierra que te sorprendera solo de verlo en fotografías.

    ¿Qué otras atracciones turísticas extremas a lo largo del mundo conoces? ¡Cuéntanos sobre ellas en los comentarios!

    Con información del Salvadorgram y Estilo DF

    Yet Akatzin Almazán
    Yet Akatzin Almazán
    Alguna vez lo tuve todo y hoy ya no hay nada de eso. Pero nunca hay vacío. Alguna vez tuve trece gatos y ahora soy solo una gata bajo la lluvia que no sabe más que escribir, jugar y llorar. Sigo siendo malabarista por amor al arte y escritora por oficio, por empecinada.

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